El médico y director de Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya,
Salvador Macip, ha detallado que las causas de la obesidad son múltiples y complejas, sin
embargo, ha asegurado que los genes predisponen a ingerir más calorías y a gastar menos
energía, lo que puede favorecer al desarrollo de sobrepeso.
Con motivo del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra el 4 de marzo, Macip ha recalcado que
las causas de la obesidad no dependen solo de decisiones individuales, ya que «la genética desempeña un papel relevante en esta».
«La energía y la masa ni se crean ni se destruyen. Por lo tanto, nuestro peso depende de lo que
ingerimos y de lo que gastamos. Son matemáticas», ha indicado.
La cuestión, subraya, es que, a la hora de la verdad, no es tan fácil hacer estas sumas y restas,
porque la entrada y la salida de calorías están condicionadas por muchos factores: individuales,
sociales y socioeconómicos.
Entre dichos factores están los genes. «Nuestro genoma nos predispone a ingerir alimentos muy
calóricos. Cuando los vemos, los probamos o los olemos, se activa el circuito del hambre. La
disponibilidad de comida en la naturaleza no es homogénea y los humanos, como el resto de los
animales, hemos evolucionado para buscar alimentos calóricos. El cuerpo nos empuja a ingerir
alimentos grasos y con azúcar, porque no sabe cuándo podrá volver a comer. Claro está que en
los países desarrollados hoy ya no tenemos este problema de disponibilidad, pero nuestro cuerpo
continúa funcionando así», ha detallado el doctor.
Todo ello, acompañado del provecho que la industria alimentaria ha sacado de esta tendencia
ancestral, favorece el sobrepeso y la obesidad. «La accesibilidad a los alimentos las 24 horas del
día y el hecho de que la industria diseñe productos altamente apetecibles y adictivos lo pone
difícil a las personas que tienen sobrepeso u obesidad», advierte Andrea Arroyo, que es
nutricionista, psicóloga, doctora en biomedicina y coautora del libro Psicología de la alimentación.
Además, las características genéticas de algunas personas hacen que tengan más tendencia a
caer en la tentación. «Hay personas que, genéticamente, presentan más dificultades para resistir
los mecanismos de recompensa que nos proporcionan estos alimentos. Es decir, que hay
personalidades más adictivas», añade Macip.
Igualmente, la genética puede determinar las calorías que se gastan. En este caso, se observan
importantes diferencias individuales de base, destaca el profesor de la UOC. «Hay metabolismos
muy lentos. Evolutivamente, esto era positivo, porque significaba que con menos comida, podías
vivir más tiempo. Las islas del Pacífico son un ejemplo de ello. Se poblaron navegando de la una a
la otra, y en el viaje mucha gente se moría de hambre. Solo llegaban los que presentaban un
metabolismo más lento. Mientras han vivido con los recursos que tenían, ningún problema, pero
cuando ha llegado la alimentación occidental y la comida rápida, la obesidad ha aumentado
muchísimo», ilustra el investigador.
Las personas con un metabolismo lento no pueden cambiarlo, aclara, pero sí es cierto que el
ejercicio físico y el aumento del tejido muscular lo aceleran, de forma que esta es una buena
solución para regular el peso.
TOMAR RESPONSABILIDAD CON ACOMPAÑAMIENTO
Para las personas con obesidad, concentrarse en ingerir menos calorías y hacer ejercicio puede
ser un paso en la asunción de la responsabilidad de cuidarse, así como entender que hay otros
aspectos que los influyen. «El descanso y la calidad del sueño también están relacionados con la
obesidad. Y la microbiota intestinal que, a la vez, está afectada por el estado psicológico», explica
Arroyo.
Así pues, cuidar el estado psicológico es clave, porque «estas personas suelen utilizar la comida
para regular sus emociones y algunas tienen sintomatología compatible con trastornos de la
conducta alimentaria», detalla la experta.
Además, la situación socioeconómica también influye. «Sabemos que el código postal es el
principal predictor de la esperanza de vida», sentencia Macip.
Por todo ello, el acompañamiento de la familia y del entorno, pero también de un profesional de la
psicología, puede ser de gran ayuda. En este sentido, Arroyo pide más conciencia de los
profesionales sanitarios que traten a las personas con obesidad, ya sea para hacerles seguimiento, para prescribirles fármacos o para estudiar si les puede ir bien una cirugía bariátrica.
«Hay mucha gordofobia entre los profesionales de la salud», denuncia.
Fuente: Infosalus